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Los países ricos han introducido programas masivos de salud y gasto público para contrarrestar los efectos económicos de la pandemia de COVID-19. Eugenio Díaz Bonilla explica que para los países más pobres, las opciones de respuestas fiscales y monetarias son más limitadas, y presenta ideas sobre el papel que las organizaciones internacionales pueden desempeñar para ayudarlos. Johan Swinnen , coeditor de la serie y Director General del IFPRI.
La mayoría de los países desarrollados han dado respuestas económicas masivas a la pandemia de COVID-19, aumentando el gasto y utilizando la política monetaria para amortiguar el golpe de las limitaciones a los desplazamientos os bloqueos y otras medidas que han cerrado las empresas y dejado a un gran número de desempleados. Pero para los países en desarrollo, que ahora están comenzando a responder a la crisis de manera más agresiva, tales opciones pueden ser más limitadas. Aquí discuto algunas ideas sobre cómo abordan las consecuencias económicas y cómo las organizaciones internacionales pueden ayudar.
Abordar la crisis en los países en desarrollo.
Los países en desarrollo deberían comenzar implementando un plan de respuesta nacional centrado en estas cuatro esferas interrelacionadas: salud; la oferta y demanda de bienes y servicios esenciales; el circuito financiero nacional en moneda local; y el mercado de divisas, vinculado al comercio internacional y la deuda externa. Dicho plan requiere una oficina centralizada de gestión de crisis dirigida por el presidente, primer ministro o equivalente, con la participación de los representantes relevantes del sector público y privado. Esto es más fácil decirlo que hacerlo, pero es la única forma de evitar acciones no coordinadas y trabajar con propósitos cruzados.
Aquí me enfocaré en las últimas tres esferas, reconociendo que hay interacciones con las medidas de salud, así como también impactos contradictorios compensaciones a corto plazo entre los controles de salud y la actividad económica.
Oferta y demanda de bienes y servicios esenciales.
Los gobiernos deben abordar los problemas básicos de oferta y demanda para evitar la escasez, los picos de precios y el sufrimiento a corto plazo. Es esencial asegurar la producción y distribución de alimentos y medicinas, lo que a su vez requiere mantener en funcionamiento el transporte y los servicios públicos básicos (agua, energía y comunicaciones). La oficina de gestión de crisis debe establecer comités con el sector privado y los operadores en áreas clave para monitorear diariamente el flujo de bienes y servicios cruciales , y la salud de los trabajadores y el personal crítico. Los cuellos de botella, así como el acaparamiento y las prácticas comerciales desleales, deben ser monitoreados y abordados resueltos enérgicamente.
Con respecto a la demanda, los gobiernos deben promulgar iniciativas para apoyar el empleo y los ingresos, incluida la ampliación de las redes de protección social, incluyendo los seguridad con un componentes alimentarios. Los bancos centrales deben desempeñar un papel clave, siguiendo políticas monetarias no convencionales que establezcan varios canales para inyectar liquidez en la economía (discutí varias opciones en Díaz-Bonilla 2016 y 2018 , para un contexto diferente).
El circuito financiero nacional en moneda local.
Apoyar la oferta y la demanda de bienes y servicios básicos requerirá una expansión de la oferta monetaria (ver Díaz-Bonilla, 2015 ). Los bancos centrales deben desempolvar los instrumentos que usaban cuando se los llamaba “bancos centrales de desarrollo”. Esto significa tomar medidas que excedan exceden las recientes intervenciones monetarias y que puedan pueden generar objeciones.
Sin embargo, la reciente expansión del enfoque de “flexibilización cuantitativa” para aumentar la oferta monetaria ha permanecido más limitada en alcance e impacto que las opciones anteriores, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo (ver una discusión general en Epstein, 2005 ; el caso específico del La Reserva Federal está en Fettig 2008 ). De hecho, el proceso de creación de bancos centrales “modernos” ha implicado principalmente la restricción de los instrumentos monetarios, principalmente debido a las preocupaciones sobre su uso (y abuso) en el pasado que condujo a una alta inflación en muchos países en desarrollo; porque pueden equivaler a elegir ganadores y perdedores; y, tal vez, debido a los efectos distributivos. Los dos últimos efectos son inevitables con cualquier mecanismo monetario, aunque sea sin embargo indirecto (ver Coibion et al, 2012 ).
No obstante estas reservas, Sin embargo, los bancos centrales deben ampliar sus opciones de préstamos al sector privado y al gobierno.
Parte del apoyo del sector privado se puede ofrecer a través de líneas de crédito de redescuento a los bancos para que, a su vez, puedan mantener líneas de crédito flexibles para el capital de trabajo de las empresas, especialmente las pequeñas y medianas empresas (PYME), incluidas incluidos los agricultores as pequeñas pequeños y familiares. agricultores. Esas líneas blandas suaves de redescuento (o incluso subvenciones directas, utilizando un canal no bancario) deben exigir a las empresas que mantengan a los empleados en la nómina. En particular, estas líneas de crédito podrían ser cruciales para apoyar a los operadores en los sistemas alimentarios (especialmente los agricultores familiares), el sector de la salud y otras actividades cruciales.
Los bancos centrales también pueden financiar el sector público directamente, con el objetivo de expandir los programas de alimentos y las redes de protección social seguridad (incluyendo considerar alguna forma de ingreso universal), apoyar el funcionamiento del sistema de salud, financiar otros servicios básicos e invertir en obras públicas. Estas iniciativas definitivamente expandirán la oferta de dinero. Eso a su vez requiere eliminar o reducir otras fuentes de creación de dinero, por un lado, y tratar de alinear la oferta y la demanda de moneda local. Esto último es crucial para evitar un pico en la inflación y / o una corrida de divisas (discutido más abajo).
Si se garantiza el suministro de bienes y servicios básicos, como se discutió anteriormente, se reducirán los riesgos de inflación. Además, la desaceleración económica o la recesión resultante del choque pandémico, y el aumento de lo que los economistas llaman la necesidad de más ahorros o “saldosequilibrios de precaución” por parte de los hogares y las personas, funcionaría contra un choque inflacionario.
Durante este proceso, el sistema bancario debe ser monitoreado continuamente para asegurar su correcto funcionamiento. Se necesitará cierta flexibilidad para los deudores, pero también para los bancos cuando sean evaluados y auditados por el Banco Central o una autoridad equivalente.
Oferta y demanda de divisas
Para evitar una corrida en la moneda nacional debido al aumento de la oferta monetaria, lo más probable es que los gobiernos tengan que establecer controles sobre las transacciones en moneda extranjera. El gobierno debe ser capaz de administrar las reservas extranjeras, calculando el flujo de efectivo necesario para financiar las importaciones de alimentos, medicamentos, energía y otros materiales básicos durante al menos seis meses, mientras considera los flujos de deuda externa.
Una consideración crucial: evitar un tipo de cambio oficial sobrevaluado. Las exportaciones de muchos países en desarrollo disminuirán en precio y cantidad debido a la menor demanda mundial, y las remesas también se verán afectadas . Abordar ese shock requiere mantener una valoración oficial del tipo de cambio que no desaliente las exportaciones necesarias para financiar importaciones cruciales y otros flujos externos. Además, los países en desarrollo pueden reducir los impuestos a la importación de bienes críticos (para aliviar las presiones inflacionarias), mientras se abstienen de prohibir las exportaciones de alimentos y otros productos básicos.
El papel de las organizaciones internacionales.
Durante la crisis de 2008-2009, el G20 sugirió una variedad de medidas nacionales e internacionales para enfrentar la recesión global. A nivel nacional, pidió un fuerte estímulo monetario y fiscal. Internacionalmente, expandió la base de capital y las operaciones de las organizaciones financieras internacionales. Ahora que los países desarrollados están adoptando enfoques monetarios más fuertes y poco convencionales, el G20 y las Naciones Unidas deberían responder enérgicamente en nombre de los países en desarrollo.
Las organizaciones internacionales deben solicitar nuevas rondas de “políticas monetarias no convencionales” coordinadas con estímulos fiscales en los países en desarrollo, como se discutió anteriormente, lo que les permite un espacio político para decidir cómo hacer esto (en muchos países, esto probablemente significaría separar los mercados de moneda local y lo local). mercados de divisas). También deberían alentar a los líderes de los países en desarrollo a establecer una oficina central de gestión de crisis como se mencionó describe anteriormente.
Esas respuestas nacionales deben ser apoyadas por la acción internacional de la ONU y el G20:
- Aumentos de capital en el FMI y los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) (al menos la misma cantidad que en 2008-2009). Esto llevará tiempo para negociar, por lo que se puede solicitar a los BMD que ajusten sus políticas financieras para poder aumentar sus índices de préstamos / capital (por ejemplo, hasta 5 o algo más). Esto requerirá el establecimiento de mecanismos reguladores y un diálogo con las agencias de calificación crediticia para ajustar sus criterios de calificación de riesgo, de modo que estos cambios no conduzcan a una baja de las calificaciones de los BMD, lo que limitaría sus capacidades de préstamo justo en medio de la recesión. La capacidad de préstamo adicional en los BMD debería centrarse principalmente en financiar el presupuesto de salud de los países en desarrollo; fortalecimiento de redes de protección socialseguridad; financiación del suministro y distribución de alimentos; y financiación de capital de trabajo para pymes
- Una asignación adicional de derechos especiales de giro (DEG): aproximadamente el doble del monto de 2008-2009.
- Establecer un mecanismo de resolución de la deuda para los países en desarrollo que se centre, al menos, en la deuda que venceida en los próximos dos años. Como mínimo, es necesario garantizar flujos de capital neutrales con los BMD y las agencias financieras bilaterales, junto con la renovación de la deuda privada que vence en ese período. Muchos países en desarrollo van a necesitar apoyo adicional debido a déficits comerciales más grandes y la caída de las remesas.
- Ordene Dirija a los BMD para que entablen conversaciones con bancos e inversores del sector privado para establecer diferentes mecanismos de copréstamo (como los llamados préstamos A / B, la venta de parte de la cartera de desarrollo y opciones similares).
- Indique a las agencias de la ONU y a los BMD que establezcan mecanismos para asesorar y apoyar a los países en desarrollo en sus respuestas de políticas dentro del ámbito de la salud y en el ámbito de la economía real, en particular alimentos, medicamentos y equipos de salud, energía y servicios públicos básicos.
También ayudaría si los bancos centrales pudieran establecer mecanismos ampliados de intercambios de liquidez ampliados (como se hizo en 2008-2009) para en un mayor número de países desarrollados y en desarrollo. Los movimientos iniciales en esa dirección están en marcha.
Conclusión
Estos tiempos históricamente sin precedentes requieren respuestas poco convencionales. CiertamenteSí, hay varios ejemplos de países que en el pasado han abusado de “enfoques monetarios no convencionales”, lo que lleva llevó a grandes episodios de gran inflación, fuertes devaluaciones, crisis de balanza de pagos y corrupción. Sin embargo, con prudencia, estos enfoques ahora deberían usarse para financiar gastos públicos específicos, como transferencias de efectivo y redes de protección social seguridad para los pobres y vulnerables, y ciertas inversiones públicas, y mantener a las empresas en funcionamiento. En cualquier caso, el dinero siempre ingresa a la economía a través de actores específicos (en la actualidad, principalmente los propietarios de los activos que se compran), y no dotando igualmente a cada ciudadano de la misma cantidad de dinero (como en la parábola de Milton Friedman sobre “dinero en helicóptero” “; Friedman, 1969 ). Un ingreso universal funcionaría de esta maneraharía eso, y algunos de los paquetes de rescate recientes en los países desarrollados se están moviendo ron en esa dirección. Los métodos sugeridos aquí en última instancia harían que los canales a través de los cuales una oferta monetaria ampliada ingrese a la economía sean más democráticos.
La comunidad internacional también debe intensificar su respuesta como se describe anteriormente.
La situación es muy complicada y el mundo no será el mismo después de esta crisis. Está en nuestras manos limitar el daño global y establecer las bases para un fuerte rebote posterior.
Eugenio Díaz-Bonilla es Jefe del Programa de América Latina y el Caribe del IFPRI. El análisis y las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente del autor. Algunas de estas ideas aparecieron en un artículo en Clarín (Buenos Aires) .